21/5/10

Él quisiera que volviera del mundo de los sueños, para adentrarme en los pensamientos y recuperar todos mis versos.
Y puede que así lo haga, que en mi soledad decida convertirme en el monstruo de las palabras volviendo a usar como excusa mi hambrienta alma.
Tengo sed, sed de historias. Si no me crees mirame a los ojos y verás como cada uno de los cuentos van pasando palabra por palabra, verás todas las frases que aún no he escrito y las escritas proyectadas, verás todas las escenas imaginadas y vividas reproduciéndose como en una película. Y mis ojos por pantalla.

Él quisiera que me convirtiera en acorde, a la espera de una nueva melodía, y que viajara entre pentagramas volando y bailando de un compás a otro.
Y puede que así lo haga, que me convierta en viento y al oído te cante en susurros al caer la noche y alzarse la luna llena.
Anhelo ser tan frágil, tan sumamente delicada, tan increiblemente ágil, poderme colar en cualquier agujero, correr entre las ramas de los árboles y dibujar nostálgicas sonrisas en el cielo. Teniendo el cielo como lienzo y la tierra como una amplia hoja repleta de pentagramas donde las personas forman los cabezas de las notas, las casas y los coches suaves ligaduras, firmes picados, atemorizadores crescendos y dulces diminuendos...y algún acelerando...y algún rittardando...y...y...

Yo quisiera ser el espectro que cada noche entra en la ventana de su habitación y, que con sigilo, se acerca a su cama y lo mira, guardando cada uno de sus gestos, la inocente expresión de su rostro, cada una de las curvas que dibuja su cuerpo dentro y fuera de las sabanas.
Y después, al regresar a mi cueva, volverme a convertir en lo que él quisiera, para narrar todo lo que me inspira, para expresar el ritmo que el corazón marca y regalarselo todo en medio de su último sueño.

¿Deseará seguir soñando...?