12/12/09

Cuentos sobre el Silencio...

El caballero parpadeó, se encontraba frente a la orilla de un río que nunca antes había visto durante sus largos paseos a caballo por el bosque.


Miró en todas direcciones, esperando a que su vista se adaptara a tanta luz. Su montura había desaparecido, tampoco reconocía aquel rincón con su río y sus altros árboles de ancho tronco.


Una hoja se deslizó suavemente de la copa del árbol más cercano hacia los pies del desconcertado caballero. Durante el descenso susurró: "Tan sólo crees estar perdido". Al llegar al suelo, la hoja, desapareció.


"¿Qué quería decir con aquellas palabras? ¡Las hojas no hablan!" pensó el caballero.


Otra hoja descendió, esta vez desde una de las ramas más próximas al caballero, y dijo: "Eso es por qué no sabes escuchar".


El caballero, desconcertado, se acercó al río para echarse agua fresca a la cara. "Soy caballero, y a la vez consejero de Su Majestad, ¿cómo no voy a saber escuchar?"


Entonces, las gotas de agua que se escaparon de sus manos, al golpear contra el río, le dijeron: "Así pues, ¿por qué nunca nos habías escuchado?"


El caballero, asustado con todo aquello, se desmayó.


Volvió a abrir los ojos, con temor de encontrarse aún en aquel lugar. Seguía en el bosque, en el bosque que esta vez sí conocía.


"¿Qué ha pasado?" se preguntó.


Llegó a palacio tras encontrar su corcel y se encerró en su habitación pensativo.


"Tan sólo crees estar perdido"
"...no sabes escuchar"


Esas frases se le habían clavado en el corazón, ¿tendrían razón?


Se formuló otra pregunta: ¿Cómo aprender a escuchar?


Regresó al bosque, esperando respuestas, pero los primeros días no llegaron. Se desconcertó, se desanimó y cayó en un estado de apática tristeza.


En otros de sus constantes paseos por el bosque una rama le golpeó la cabeza y el caballero perdió el conocimiento.


Al despertar, la luz lo cegó y otra hoja empezó a hablar: "Sólo estando en silencio tu respuesta hallarás".


"¿Y si yo no la tengo?" preguntó automáticamente el caballero aún ciego.


Todas las hojas gritaron: "¡Las respuestas a tus preguntas sólo en tu propio ser estarán! ¡Aguardan que escuches de verdad!"


El caballero empezó a llorar, sus lágrimas por primera vez le sabían a sal y se sorprendió. "¿Las lágrimas tienen sabor?"


"Siempre lo tuvieron, pero nunca prestaste atención" susurró la luz del viento.


El caballero, avergonzado, sonrió: "Ahora lo entiendo".

3 comentaris:

Federico Rico ha dit...

Preciosísimo, Nemus...

Gracias por la lucidez y el candor que se desprenden de este cuento tan sabio y otoñal.

Has nacido con el don de la palabra y lo cultivas con aplicación y hermosura. Tus guías estarán, sin duda, muy contentos contigo.

Un beso,

EGP

Juan Carlos ha dit...

en el silencio muchos de nosotros aprendemos aun si darnos cuenta..

Istchy ha dit...

miauuu, esa cancion nos tiene atrapada